Después del terremoto de 1985, Ana decidió salirse del país en el año de 1986: partió de la Ciudad de México y su primer destino fue Canadá. Estuvo tres meses en el país y ya cuando sintió los gastos por encima buscó otra forma de solventarse económicamente, pues  no conseguía trabajo.

"Yo no pude sobrevivir por el clima. Si aquí es frío, allá mucho más. Allá en septiembre tienes la nieve a la altura de las rodillas. Ni para salir", comentó.

La nieve y la falta de empleo hizo que se trasladara a Nueva Jersey en donde amigos dominicanos y puertorriqueños la ayudaron para que trabajara en una fábrica, después en restaurantes y de ahí empezara a despegar poco a poco y demostrar que con trabajo se logra lo cometido.

"En Canadá nunca trabajé. Tenía dinero. Cuando llegué a Nueva Jersey fue cuando me empecé a quedar sin dinero. No podía quedarme a la interperia, era invierno". Comentó Ana que está muy agradecida con ellos "Me consiguieron una habitación en el barrio, tenían una bodega (tienda) y a las 11 de la mañana yo ya tenía chamba en una fábrica".

"Nunca había trabajado en una fábrica, yo trabajé siempre en oficinas, pero al llegar fue un impacto fuerte aunque lo que yo quería era sobrevivir. No me podía ponerme en ´limosnera y con garrote´, estuve agradecida de que estos amigos me consiguieron trabajo".

Sin embargo, los tiempos cambian y Ana cuenta cómo son ahora las mujeres quienes deciden enfrentarse a los caminos áridos de la frontera para poder tener un futuro prometedor en Estados Unidos.

"Antes emigraban hombres, nada más, pero ahora lo que veo es que emigran más mujeres que hombres y lo que me resulta preocupante es que las mujeres que están emigrando vienen solas, arriesgandose y dejan a los niños con la mamá, con la abuela y hasta con la vecina. Es un desapego a la familia y son mujeres jóvenes que se vienen a la aventura".

Y mientras hay mujeres que buscan salir adelante, también hay madres que deciden llegar sin sus hijos a la Unión Americana. Una realidad que se puede ver en estas fechas.

"Es triste comentar esto, pero es una realidad que no podemos ocultar. Las mujeres están saliendo, pero no tanto por la necesidad económica, sino porque no quieren hacerse responsables: Se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, no saben qué hacer y pues su escape es huir". Comentó.

A pesar de que Ana no tenía a nadie de su familia en Estados Unidos, no impidió que se preocupara por las personas vulnerables, pues la situación que viven hoy ante la pandemia será complicado para muchos connacionales.

"Ya no llegan tanto como antes. quieras o no, el muro de retención que puso López Obrador es la razón que ya no llegan para acá. Lástima que no se dan cuenta del poder que tienen"". 

La experiencia de trabajar en distintas áreas la ayudaron a que creciera económicamente. Sin embargo, el problema que tuvo, desde el inicio, fue el idioma y a pesar de que buscó distintos cursos consiguió que un concejal pudiera apoyar a varios paisanos para tomar un curso gratuito.

"Un curso de 20 horas e pedía USD 600, USD 700. Cuando fui a una librería me encontré a una periodista y le comenté que los cursos estaban caros. Ella le comentó a un consejal, se pusieron de acuerdo y al mes hicieron un curso gratis de inglés".

Con cursos de inglés y ya con trabajo, Ana progresó y logró dedicarse a lo que ella deseaba para su futuro.

En su camino encontró gente buena. Muchas personas la ayudaron a integrarse y cooperaron para que saliera adelante. Ana ha estado dedicando parte de su vida en lograr a que muchas personas se esfuercen para disfrutar el sueño americano.

Ahora se dedica a entablar relación con asociaciones desde afuera, para poder apoyar a muchos paisanos que tienen problemas y a pesar de que muchas veces tiene que poner de su dinero, busca que esta labor social tenga más apoyo de México.